Mensaje de la Madre de Jesús dado a María Rocío.
31/05/19 (Asunción-Paraguay)
Hijitos de mi inmaculado corazón, os
llamo a que dispongáis vuestros corazones a la oración; la oración abre
vuestros corazones a la gracia de Dios.
Mis niños, sean obedientes, no se
cansen de pedir sabiduría al cielo para actuar dentro de la voluntad divina.
Ser obediente a lo que el cielo os pide debe ser el motor que impulse vuestras
vidas. Desviarse con el pecado del camino de santidad al cual estáis llamados
desde el eterno presente, sólo acarrea desdichas que serán medidas en
tiempos de eternidad sobre vuestras espaldas. El alma que no se mantiene en oración diaria, es un alma que
fácilmente es presa del pecado que os encadena. Ahora que estáis
dotados de un cuerpo físico y vuestros ojos de la carne son ciegos al mundo
espiritual, es cuando tenéis la posibilidad de trazar vuestro destino eterno
hacia la santidad y es sólo con vuestra obediencia a lo que Dios Padre os pide en sus preceptos, que
podéis hacer de vuestros cuerpos templos dignos del Santo Espíritu de Dios,
para que desde vuestro interior, su luz trace los pasos que deben seguir
vuestros corazones en medio de la agonías, trampas y engaños con los que el
mundo os quiere someter a las cadenas de la esclavitud del pecado y de la
condenación del alma.
Debéis
dotar vuestras almas de la autoridad espiritual que os brinda el sacramento de
la reconciliación, para que, con la gracia de Dios, aun siendo ciegos
al mundo espiritual, cargando con un cuerpo físico en la vida terrena, podáis
esquivar con obediencia y fe los dardos incendiarios con los cuales mi
adversario busca heriros de muerte eterna.
¡¡¡Despertad
hijitos!!!... No perdáis más tiempo en tomar una firme decisión de optar por un
cambio de vida radical y ceñir los cinturones de vuestras almas a la
gracia de Dios. El tiempo apremia mis niños; que vuestra carne no someta
vuestra alma a la esclavitud del pecado; más
bien que las oraciones impulsen vuestros corazones a manteros en la gracia de
Dios, que sea el Espíritu de Dios el que gobierne vuestro cuerpo físico
para evadir las trampas del mundo, y así vuestras almas se coronen de dicha
eterna al llegar al cielo por vuestra obediencia.
Os invito a que preparéis vuestros corazones
y seáis establos vivientes para Jesús, haciendo de ellos un verdadero
un nido de amor, para que podáis vivir de Cristo y ser nueva criatura en él.
Os
ama, os bendice; Mamá María.
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